Pensamientos de una madre primeriza que compartió el embarazo con un cáncer de mama y que hoy casi después de un año sigue luchando contra la enfermedad.

miércoles, 20 de marzo de 2013

MIEDO

Una vez más tengo esto un poco abandonado pero la verdad es que resulta difícil cuando tu vida da tantas vueltas.

Como os conté la última vez las cosas se habían torcido un poquito y estaba esperando hacerme alguna prueba más, afortunadamente fue genial. La prueba en cuestión era para asegurarnos de que los huesos estaban intactos y así ha sido.

Pero lo peor de esta etapa ha sido enfrentarte cara a cara con el miedo. En estas situaciones intentas ser lo más positiva posible pero siempre hay una parte que falla y te hace pensar mal. Lo cual no creo que sea malo ya que hay que ser un poco... no se como decirlo... realista quizá.

El caso es que no es la primera vez que tengo que esperar el resultado de una prueba pero esta vez ha sido muy diferente, me enfrentaba a la posibilidad de que hubiese metástasis en los huesos y siendo sincera esto me ha asustado más que cualquier otra cosa.

Llega un punto en el que algo te vence y te resulta inevitable pensar en que todo puede ir mal, que por muchas ganas que tengas puede que no lo superes y esto es lo peor que se te puede pasar por la cabeza. Ya no por el echo de que sea tu vida la que esta en juego sino por perder todo lo que tienes. Pensar: ya está, se acabó, no volveré a ver a mi familia, abrazar a mi hijo o a mi marido, ver sus caras sonrientes, reírme con mis amigos, disfrutar de esas pequeñas cosas que has ido consiguiendo a lo largo de tu vida...

Es aquí cuando realmente te sientes sola, el miedo te bloquea, te invaden una cantidad de sentimientos difíciles de explicar pero os aseguro que nada agradables. Y a esto le añadimos lo duro que es ver a la persona que esta luchando a tu lado día a día, que siente lo mismo que tu y encima la sensación de impotencia por no poder hacer más por ti.

Te acurrucas en sus brazos y lloras, lloras, lloras... hasta que algo cambia... notas su respiración, su calor, tu respiración y la suya se van acompasando, te relajas un poco y entonces una estupidez (como por ejemplo decir lo mismo al mismo tiempo) te hace sonreír y al final acabas riéndote una vez más, ya nada importa solo ese momento que compartes con tu pareja, ese sonido tan especial y que tanto llena como es una simple sonrisa.

Los nervios siguen ahí pero ya empiezas a enfrentarte de nuevo al miedo y piensas que pase lo que pase la única solución es seguir luchando, no cabe la posibilidad de rendirte y perder todo por lo que has luchado anteriormente.

Afortunadamente esto solo ha sido un pequeño susto más, ya lo hemos pasado y ahora somos un poco más fuertes. Aún queda un largo camino pero sabemos que seguiremos adelante, siempre lucharemos.

Enfréntate a tus miedos.
Con Cariño: Historia de una Mamá con Cáncer.